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  • ¿Qué es poesía?

    ¿Qué es poesía?
    ¿Qué es un poema?
    Muchos lo desconocen;
    creen que es el lema
    de fantasías y reproches.

    Opiniones ajenas, acompáñenme:
    les mostraré un viaje hasta la luna;
    yo me quedaré —esta es mi vida—
    y así, sencillamente, me siento bien.

    ¿Qué es un poema?
    Es romper las reglas
    respetando el roce
    que provoca la llegada
    de sentimientos ocasionales,
    de pensamientos liberales;

    del día y de la noche,
    del ocaso del tiempo,
    del delirio del derroche,
    de la arena de la playa;

    de usted mismo,
    de lo que quiera…
    ponga usted el enfoque,
    aunque sea el asfalto
    derrapado por un coche.

    La poesía cambia según quien mire:
    no es más que la letra que se pone,
    ordenada o desordenada,
    con sentido o sin sentido,
    para despertar la emoción
    de cualquier corazón vivo.

    No se engañen:
    la poesía no es tan dulce como la miel;
    la poesía no son rimas,
    son verdades y mentiras

    que, en la mente de la gente,
    buscan crecer.
    La poesía es un impacto,
    un disparo en la sien.

    La poesía es lo que se escribe;
    cualquiera puede escribir.
    Es como una pierna que se exhibe:
    cualquiera la puede exhibir.

    La poesía es como el ser humano:
    solo si el ser humano quiere
    la poesía puede fluir.

    Elija el camino que quiera;
    yo no estaré allí para ver
    si escoge el correcto.

    Pero sé que, desde aquí,
    me leerá algún maniático de esto
    y comprenderá que la poesía
    es, simplemente,
    lo que queramos que sea.

    Sea un culto o una fiesta,
    que incite al comunismo,
    al capitalismo, a la religión
    o al arte de embaucar damas…
    eso ya es cosa nuestra.

  • Harto =D

    Soñoliento me despierto,
    creyendo que hoy tampoco habrá colegio;
    qué desilusión cuando mi madre, sin remedio,
    me manda a desayunar
    y ponerme los guantes de invierno.
    No sé qué plan se le ha ocurrido a ese dios conmigo,
    pero no voy a ser un necio.

    Un dolor de tripa y recuerdos nada amables
    me escoltan mientras avanzo:
    en la escuela no me espera más que aburrimiento.
    ¡Menuda secuela tan extraña!
    La monotonía me invade,
    la preocupación y el trabajo acechan,
    y yo, harto ―casi, literariamente, reviento―.

    A mí, ni vencido, hay quien me venza:
    ni cansado de la vida
    me detengo ni cedo ante ella.

    ¡Destino, haz lo que quieras! Seré libre,
    aunque me encierres en nuevas celdas;
    aún nadie ha logrado
    que mi voluntad y mi libertad perezcan.

    Porque nadie puede arrebatarme
    la libertad de expresarme,
    y es esta poesía
    la que hace que la fantasía que invade mi cabeza
    crezca, se expanda
    y me salve cada día.

  • Pésimo

    No he parado, pues no puedo,
    pero tampoco esperéis de lo que hago
    los mejores versos ni sabiduría en prosa.

    Soy apenas un niño que solo busca
    respuestas, no talento…
    ¿pedís acaso
    mil hazañas en tan poca cosa?

    No, señores, eso es imposible:
    no subiréis mi ego,
    ni aunque lo necesite,
    perdido en esta soledad pavorosa.

    Soy mucho menos que vosotros,
    y lo único ha sido que mi tristeza
    me obligó a no mentir…
    y la verdad es, por siempre, tan hermosa.

    No soy más que el barrendero
    que deja, sin duda, la acera caprichosa
    mejor que mi cara el catorce de febrero;
    además,
    él tiene algo con que llenar su monedero.

    Soy un niño marginado
    que detesta el ego que rebosa
    en los pasos de quienes lo rodean…

    Estoy deprimido: no me leas;
    mis rimas son tristes,
    describen historias feas.
    Será mi culpa
    si usted se hiere.

    No soy nadie importante, ¿qué quiere?
    Solo una persona colmada de mediocridad
    que con esto no pretende ser su héroe
    ni que le lancen monedas o rosas.

    Solo anhelo que alguien me comprenda:
    quiero algo que cubra mis heridas abiertas,
    además de esas vendas
    que llaman hipocresía…
    y no historias de amores.

    Aspiro a ser su conciencia;
    que estos versos
    no juzguen apariencias, sino mentalidades.
    No busque en mí:
    busque usted sus sentimientos,
    que seguro los tiene a millares.

    Busque usted sus heridas
    y puntos de flaqueza;
    supere sus mocedades
    y conquiste, por sí mismo, esas fuerzas
    que le hagan sentir
    que puede dar lo mejor de sí.

    Y dé morada
    a esos “sentires” de vivir
    que entrevén eternidades
    en este mundo finito, y hacen
    que sus propios pensamientos
    nazcan de lo que guarda
    usted mismo en el corazón,
    y no de falsos avatares.

    Y, una vez logrado todo eso,
    ríase de sí mismo para así
    alcanzar el sueño que todo humano quiso:
    estar conforme consigo y con su alrededor.

  • Vacío |

    Vacío… vacío inconstante en mi cabeza
    me tienes siempre preso
    de los sueños del ayer.
    ¿Para qué…?
    para que el abismo nos reclame
    y caigamos sin saber.

    Y poco a poco esta cárcel de piel
    empieza a estorbarme;
    las lágrimas saben a amarga hiel,
    y encima gente que no sabe
    quiere que me sienta bien.

    No pararé hasta hacer que el mundo se detenga
    y que toda esta angustia acabe;
    no pararé hasta descubrir qué hace
    que mi mente no sea capaz de contener
    ese frenesí que hace envidiar
    a todo el que lo invade.

    Ese sentir… esa alegría
    que muchos dicen es la clave,
    la clave del éxito que hace
    que la imaginación se desate
    y la realidad se vuelva inmunda
    como quien la persigue.

    Ya que, quien dice
    que no hay que soñar
    está loco de remate;

    y quien dice que en el amor
    no ha de morar su tiempo
    es que nunca probó tal delicia
    que literariamente te deja en jaque,
    cuando el desamor es el mate.

    Pero, ¿qué más da?
    Todos quieren quedarse en el umbral:
    retener la emoción y el peligro,
    olvidar qué era sentir, qué era llorar,
    y dejar para después de morir este debate.

  • Vacío ||

    En el inhóspito vacío en que vivimos
    oigo siempre la pregunta:
    ¿por qué sentimos?
    Mas yo, cansado, me pregunto…
    ¿por qué lo preguntamos?

    Gritamos absurdos al vacío
    para no sentir que nos ahogamos.
    Ya no nos basta lo que vemos:
    nos hemos vuelto ciegos
    y ansiamos volver a mirar la nada.

    Levantamos nuestro propio cuento de hadas
    para mutar la realidad de este abismo;
    yo solo la versiono a mi modo
    con unos versos de mente cansada.

    Quiero sentirme bien conmigo mismo,
    no hacer un pleno con la vida,
    sino, al menos, lidiarla.

    Una vida arrancada a las paradojas
    de mi mente, nunca explicadas:
    no quiero que me enseñen qué es la gravedad,
    solo que deje de retenerme la condenada.

    Desvanecerme en el olvido
    y, pese a todo, seguir existiendo;
    asomarme al más allá
    hasta que mi travesía concluya
    y el aburrimiento
    jamás me invada.

    Quiero olvidar esta vida demacrada,
    huir de este sin-vivir que se me enclava
    como aguja oxidada:
    la infección quedó marcada.

    Nunca quise ser real, pero era mi sino,
    mi condena enquistada;
    nunca amé amar, mas odié odiar:
    qué irónico lo mío.

    Solo intento calmar mi alma marchitada,
    vida de tristeza, amargura
    y penitencia desmesurada…
    No me queda otra:
    ante todo esto, me río.

  • Erguido entre sombras(crudo)

    Me derrumbo ante tus ojos
    vivo buscando un rumbo
    lleno de enojo
    pues soy un acomplejado como Dumbo
    contándome cada defecto desde el rabillo del ojo
    mi pesar es mi virtud
    pues mi cruz es pensar demasiado si he echado el cerrojo
    y pensando llego a una gran cantidad de conclusiones y por presión elijo la mejor que es seguir luchando de pie y no de rodillas,
    aunque esté cojo

  • Erguido entre sombras

    Me derrumbo en tus ojos,
    con el peso del enojo;
    busco rumbo en penumbra,
    tengo complejos cual Dumbo.

    Me repaso cada fallo,
    desde aquel filo de mi ojo;
    mi pesar forja mi fuerza,
    mas pensar echa cerrojo.

    Al llegar a mil ideas,
    la presión dicta su modo;
    escojo sendero firme,
    que despierta mi decoro.

    Voy erguido por mi senda,
    no me hundo en hondo pozo;
    lucharé con media pierna,
    aunque digan que estoy cojo.

  • Acariciando el mito

    Acariciando mitos, nace el alba
    donde el sueño bordaba fantasía.
    Existía un lugar con mil acciones,
    todas brotadas desde la alegría.
    El mito alado entonces te llevaba,
    a latitudes vírgenes y baldías;
    y allí sabías cuánto vale el aire,
    vivir, mirar, oler, sentir la poesía.

    Allí cedía el reloj a tu deseo,
    y el espacio dócil se rendía;
    cerrabas y abrías tus párpados,
    y el mundo cedía de porfía.
    La dicha mediaba todo enojo
    que la materia hostil te devolvía;
    reinaba solo el reino del ensueño,
    y tu fervor su cima bendecía.

    No faltaba dinero ni la carne,
    ni sombra de muerte, ni agonía;
    con tu amor recorrías cada sueño,
    al fin alzado, pura armonía.
    Mas todo fin, al fin, nos precipita:
    del mito erguido pende la vigilia;
    llega la realidad, golpea y grita alto,
    ¡PAM! Despiertas, y el milagro ya se vacía.

  • ¡Hola, mundo!

    Hola mundo, te saludo con toda mi fuerza,
    pues la vida, aunque áspera, tiene belleza.
    La belleza reside en humor burlesco
    y en discordia, oculta tras su fresco gesto.
    De cara es malvada, mas de espaldas perdona,
    y ofrece un ánimo gigante que no abandona.
    Siempre da una de cal y otra de arena,
    ninguna es mala, ninguna es buena.
    La arena empuja tus pasos al movimiento,
    y la cal protege tus sueños del tormento.
    Si te quedas mucho rato, el alma se raspa,
    y si corres sin descanso, la vida te empapa.
    Equilibrio pide la vida inquieta,
    ni tan rígida ni tan suelta la meta.
    Paso a paso, sin prisa, sin pausa,
    la balanza encuentra su causa.