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  • Erguido entre sombras

    Me derrumbo en tus ojos,
    con el peso del enojo;
    busco rumbo en penumbra,
    tengo complejos cual Dumbo.

    Me repaso cada fallo,
    desde aquel filo de mi ojo;
    mi pesar forja mi fuerza,
    mas pensar echa cerrojo.

    Al llegar a mil ideas,
    la presión dicta su modo;
    escojo sendero firme,
    que despierta mi decoro.

    Voy erguido por mi senda,
    no me hundo en hondo pozo;
    lucharé con media pierna,
    aunque digan que estoy cojo.

  • Acariciando el mito

    Acariciando mitos, nace el alba
    donde el sueño bordaba fantasía.
    Existía un lugar con mil acciones,
    todas brotadas desde la alegría.
    El mito alado entonces te llevaba,
    a latitudes vírgenes y baldías;
    y allí sabías cuánto vale el aire,
    vivir, mirar, oler, sentir la poesía.

    Allí cedía el reloj a tu deseo,
    y el espacio dócil se rendía;
    cerrabas y abrías tus párpados,
    y el mundo cedía de porfía.
    La dicha mediaba todo enojo
    que la materia hostil te devolvía;
    reinaba solo el reino del ensueño,
    y tu fervor su cima bendecía.

    No faltaba dinero ni la carne,
    ni sombra de muerte, ni agonía;
    con tu amor recorrías cada sueño,
    al fin alzado, pura armonía.
    Mas todo fin, al fin, nos precipita:
    del mito erguido pende la vigilia;
    llega la realidad, golpea y grita alto,
    ¡PAM! Despiertas, y el milagro ya se vacía.

  • ¡Hola, mundo!

    Hola mundo, te saludo con toda mi fuerza,
    pues la vida, aunque áspera, tiene belleza.
    La belleza reside en humor burlesco
    y en discordia, oculta tras su fresco gesto.
    De cara es malvada, mas de espaldas perdona,
    y ofrece un ánimo gigante que no abandona.
    Siempre da una de cal y otra de arena,
    ninguna es mala, ninguna es buena.
    La arena empuja tus pasos al movimiento,
    y la cal protege tus sueños del tormento.
    Si te quedas mucho rato, el alma se raspa,
    y si corres sin descanso, la vida te empapa.
    Equilibrio pide la vida inquieta,
    ni tan rígida ni tan suelta la meta.
    Paso a paso, sin prisa, sin pausa,
    la balanza encuentra su causa.